GPPAN CDMX A 14 DE JUNIO DE 2020

La política del tanteo
Excélsior
Dip. Federico Döring Casar

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  • Pascal Beltrán del Río tiene razón y lo dice con claridad, la diferencia en la Ciudad de México había sido tener un gobierno de un partido diferente al del Presidente. La jefa de Gobierno terminó plegándose a la orden de su mentor.

Se los dije, perdón, pero así fue. Hace tan sólo tres semanas en este espacio señalé que la estrategia de Claudia Sheinbaum para la “nueva normalidad” de la CDMX, más allá de colores y semáforos, era una presentación de Power Point que privilegiaba sus cálculos e intereses políticos, alejado del más mínimo consenso con empresarios, grupos civiles y la sociedad civil.

No quiso sentarse antes con los empresarios y su propuesta de reapertura de negocios, no consideró sus observaciones. Los restauranteros de inmediato reaccionaron y advirtieron que no había manera de mantener en nómina la ocurrencia propuesta. Por lo que todavía no terminaban de explicar su “plan”, cuando tuvo que salir de nuevo a medios a declarar que hay flexibilidad y se puede cambiar, que ahora sí se reuniría con ellos, pero, ¿por qué no lo hizo desde un principio?

Después, se enfiló contra la industria del turismo de la Ciudad, les clavó una daga trapera quitándoles 170 millones de pesos del Fondo de Promoción Turística, con la cínica defensa de que es dinero supeditado a la ocupación turística, pero como el turismo está ausente en este momento, mejor destinará ese dinero a atender una pandemia que, según ella, tenían controlada. La defensa continúa y en la primera línea destaca el trabajo de la diputada local Patricia Báez en favor del sector turístico.

Es conocido que el enfrentamiento detrás de telones entre el hechicero López-Gatell y la jefa de Gobierno trascendió al escenario público. La científica parecía reaccionar, anunció un plan de seguimiento y rastreo de contagios —aunque uno se pregunta por qué no lo hizo desde el principio—, sí a las pruebas —pero, otra vez, ¿por qué no desde el inicio?—, tapabocas obligatorio —lo mismo, ¿por qué no desde el principio?—, el inicio de la “nueva normalidad”, sí, pero progresiva, lenta.

A partir de mañana comenzará la transición al semáforo naranja, pese a que hay más de 15 mil muertos por covid-19 en el país, sin importar que la Ciudad de México y sus alrededores sean focos de alto contagio y defunciones, con familias mexicanas sumidas en la tragedia, y aunque las predicciones de su propio gobierno pronostiquen que lo peor está por venir.

Pero Pascal Beltrán del Río tiene razón y lo dice con claridad, la diferencia en la CDMX había sido tener un gobierno de un partido diferente al Presidente. Hoy, la jefa de Gobierno terminó plegándose a la orden de su mentor, que andará de gira y sin tapabocas por estados marcados en rojo por su nivel de riesgo.  Sheinbaum quedó atrapada en sus contradicciones, en sus redes sociales reitera la recomendación de quedarse en casa, pero receta, en la realidad, el plan de regreso masivo a las calles con un, tal vez no falso, pero sí muy dudoso semáforo en naranja. Desafortunadamente, es la vida de las personas y con su futuro con lo que están jugando al hacerle de comparsa al Presidente y a la política del tanteo. La CDMX pudo desmarcarse del gobierno federal y tomar decisiones históricas en el combate a la pandemia, pero es una lástima que anteponga sus intereses políticos a los intereses de los capitalinos, a quienes les debe su lealtad.

En menos de un año el covid-19 ha dejado ver su índice de mortalidad y, en México, según las cifras, resulta ser más mortal que en el 90 por ciento del resto de los países por la desastrosa política que se ha implementado alrededor, desde la federación hasta los estados.

Pero su futuro político los ciega, deberían estar conscientes que no podrán borrar de las páginas de la historia de nuestro país, en las que tanto les preocupa figurar, quiénes fallaron en el capítulo de la pandemia.

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