GPPAN CDMX A 24 DE MAYO DE 2020

Desatinada nueva normalidad
Excélsior
Dip. Federico Döring Casar

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  • ¿Es posible sin una cura definitiva a la enfermedad?

Vivimos días aciagos. Nos enfrentamos a una pandemia que amenaza al mundo entero por igual: no distingue entre razas, condición social o género. Ataca lo mismo al empresario que al político, al ciudadano trabajador y también al vagabundo sin hogar. Los médicos se enfrentan al covid-19 y caen, víctimas de la misma enfermedad, un día después.

Nadie está exento y quien no observe las medidas de prevención, eventualmente contraerá la enfermedad. Su impacto será recordado en la historia no sólo por el reto al sector salud de todos los gobiernos, sino por el desastre económico que le acompaña y que, de acuerdo a un consenso generalizado de especialistas, se extenderá en los años por venir.

Los gobiernos se ahogan en esta crisis económica y de salubridad, ya no se diga los ciudadanos. Miles de mipymes han quebrado. En México se han perdido más de 500 mil empleos y ya se registran más de 62 mil casos de covid- 19, con más de 6 mil muertes.

Estando contra las cuerdas, sino es que ya en la lona, los gobiernos de todo el mundo anhelan regresar a la normalidad, lo que sea que esto signifique, pues el único consenso es que, después de la epidemia, nada será como era antes. ¿Cómo se reactiva la economía cuando la curva de contagios no se ha aplanado? ¿Cómo se regresa a la normalidad cuando no hay una cura definitiva a la enfermedad? Son preguntas que todos nos hacemos, pero que en el Gobierno de la CDMX decidieron omitir.

Esta semana la jefa de Gobierno, Claudia Sheinbaum, anunció el plan de regreso a la nueva normalidad. Se parece, por cierto, al de su jefe moral, el presidente López Obrador: sin forma, con omisiones, autoritario. Excluye todo consenso con el sector empresarial o la comunidad científica.

Parece más una presentación hecha por su oficina y para su oficina; hecha por personas que están acostumbradas a entregar el resultado que ella pida, por más inviable o irrelevante que resulte. Personas que, cuando ella pregunta qué hora es, responden: “la que usted diga”. Así es la nueva normalidad.

Es una pena que cuando pensamos que por fin teníamos a una científica política, resulta ser que tenemos a una política científica que, en lugar de privilegiar los datos, el método y la precisión, protege los cálculos políticos y apresura la decisión de salir porque los demás lo están haciendo. No toma en consideración que es la CDMX la entidad con más casos y defunciones.

El anuncio no se consensuó con ninguna cámara empresarial ni universidad, mucho menos el Congreso de la ciudad, es una decisión autoritaria y sin fundamento médico ni científico.

Los resultados de lo que parece ser una precipitación del gobierno correrán sólo por qué cuenta cuando un día el semáforo esté en verde.

Estamos por empezar la nueva normalidad.

Pero mucho me temo que esto lo que significa es regresar al fondo de la crisis de la cual buscamos salir.

 

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