GPPAN CDMX A 28 DE JUNIO DE 2020

Ciudad contagiada y herida
Excélsior
Dip. Federico Döring Casar

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Hoy, México ha superado la barrera de los 200 mil casos de contagios de covid-19 y ronda las 25 mil muertes. tan sólo en la CDMX se han registrado 43 mil casos con 5 mil defunciones.

De acuerdo con Our World In Data (https://ourworldindata.org), en México todos los indicadores, como el número de casos, las defunciones y la tasa de letalidad, nos ubica entre los más catastróficos manejos gubernamentales de la epidemia, incluso peor que otros países, como Bangladesh.

Aun así, detrás de una cortina de balas —mas no de humo— la Jefa de Gobierno anunció que, ahora sí, entramos al tan anticipado semáforo naranja porque las condiciones “así” lo permiten. Sin embargo, a la luz de los resultados, el lamentable manejo de cifras y la unilateralidad con la que se ha manejado, ya no podemos creer en ella ni en su estrategia, cualesquiera que esta sea.

Para describir el mapa que arroja el semáforo del gobierno federal en el que basan esta decisión le bastó una sola palabra a Pascal Beltrán del Río: “ridículos”. Suscribo.

Con un mapa coloreado del centro al norte en naranja y casi todo el sur del país en rojo. En su miopía social, dibujan al país como si de colores políticos se tratara en cada estado, como si el covid-19 tuviera en su ADN alguna restricción que le impidiera cruzara fronteras. Pero, ya decretaron que es naranja y allá vamos, a la peligrosa realidad de las contradicciones de los gobiernos de Morena.

Envuelta en el semáforo naranja y escudada en la reactivación económica, Sheinbaum le entrega al cártel inmobiliario, al que juró combatir, todas las facilidades para seguir depredando nuestra ciudad. Tan sólo para la alcaldía de Miguel Hidalgo anunció la autorización de 80 nuevos proyectos inmobiliarios, pero dice que todos cuentan con la aprobación de los vecinos, al tiempo. Es cierto que hay que encontrar la manera de superar la pandemia y los estragos en la economía que viene dejando, pero debe hacerse sin mentirle a los ciudadanos.

Lo mismo ocurre con la agenda de seguridad. Llegaron al gobierno proclamando “abrazos y no balazos”, desmantelaron las fuerzas de seguridad, recortaron presupuestos a los grupos antisecuestros, nombraron peleles sin oficio al frente de la seguridad, pero nadie escapa a la cruda realidad y esta los puso en su lugar. Hay que reconocer que, ahogándose en los índices de criminalidad, en 2019 la jefa de Gobierno tuvo que recular —cosa que no ha hecho su terco mentor López Obrador, quien sigue liberando capos y abrazando a sus progenitoras— y nombró a un verdadero policía y experto en la materia, Omar García Harfuch.  Son los grandes esfuerzos del secretario de Seguridad y su capacidad lo que todos reconocemos.

Seamos claros, no fue el plan del gobierno central, pues hoy no hay estrategia para casi ninguna agenda; fueron las acciones de García Harfuch la causa del cobarde atentado en su contra. Es una gran noticia saber que se recupera físicamente y que la cortina de balas con la que intentaron sepultarlo no rozó siquiera su convicción de enfrentar a los criminales.

Solo queda desear que nunca se repita un hecho de esa magnitud en nuestra Ciudad. Que sea primera y última vez y no el inicio de un marcador macabro como el de los muertos del crimen o los contagios y defunciones del covid-19, los cuales sólo reflejan gobiernos rebasados y sin control.

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