El pasado 1 de diciembre se cumplieron dos años del gobierno del presidente López Obrador y como ocurre siempre en estos aniversarios, se dedicaron horas de televisión, radio y planas en periódicos y revistas a evaluar su gestión.

Siempre con el sesgo de la postura dónde se pretenda ver, es decir, quienes creen en la 4ta transformación, se dedicaron a enlistar las promesas cumplidas, el cambio prometido y los supuestos frutos del gobierno.

Por otro lado, voces críticas dieron cuenta de largas listas de mentiras dichas por el presidente y su gabinete, por ejemplo el combate a la inseguridad, el desempleo, la corrupción y otras tantas promesas de campaña que hasta hoy no se han cumplido.

Por eso me parece que a dos años de distancia, es necesario hacer una reflexión sobre lo que hemos hecho o dejado de hacer como sociedad y saber lo que podemos cambiar desde lo individual para impulsar cambios desde lo local que impacten y ayuden a revertir las situaciones negativas que estamos enfrentando.

De diciembre de 2018 a la fecha, tenemos que reflexionar ¿cómo es que dejamos que en la inmediatez de reaccionar a la ocurrencia presidencial presentada en las mañaneras, nos permitimos que la insensibilidad reine de tal forma que lleguemos a invisibilizar problemas que se atenúan día a día en nuestro país?

Tal es el caso de los datos que el titular del ejecutivo da a conocer en materia de inseguridad, atención a la pandemia, empleo, crecimiento económico, combate a la corrupción y que decir su supuesta popularidad en estos 24 meses de gobierno.

Todo se encierra en la mágica frase “yo tengo otros datos” misma que resulta cada vez más lacerante para millones de mexicanos que han sido víctimas de la delincuencia, que han perdido a un ser querido por la negligencia en la atención de la pandemia, que han perdido el empleo y no tienen para atender sus necesidades básicas, una situación de caos donde el PIB ha caído estrepitosamente a consecuencia de la inacción de esta mal llamada cuarta transformación en el que se solapan los actos de corrupción constantes y evidentes y donde el centro de la narrativa es que tiene más del 70% de apoyo popular.

A dos años de este fracaso presidencial tenemos que preguntarnos como ciudadanos responsables ¿qué rumbo debe de tener nuestro país ante este gobierno plagado de incongruencias, mentiras y desesperanza?

La democracia está en nuestras manos, para muestra, tenemos lo ocurrido en un contexto internacional en Estados Unidos donde el fracaso del gobierno de Donald Trump hizo realizable el dicho de AMLO: “el pueblo pone y el pueblo quita”

Después de dos años, en este gobierno de incongruencias, tenemos a un secretario de salud rebasado por las mentiras de su subsecretario, en materia económica y hacendaria tenemos a titulares sumergidos en la sombra e incompetencia, asimismo tenemos a un extitular de la seguridad del país que está mas preocupado de sus aspiraciones políticas y su relevo se encuentra ahora en recuperación de COVID lo que vuelven hasta hoy acéfala la política pública en materia de seguridad de México.

En democracia estamos aún a tiempo de revertir esta tendencia de absurdos, protejamos a nuestras instituciones, salvemos nuestro pensamiento, nuestra familia, nuestro patrimonio e independencia.

Es el momento propicio para dejar de pensar y hablar de la popularidad del presidente y su gobierno, es momento para exigir su rendición de cuentas con miras de volver a ser un México que gire en torno a las personas, a la ciudadanía, a la colectividad y no en torno al presidente y un gobierno fallido que siempre tienen otros datos.