GPPAN CDMX A 02 DE FEBRERO DE 2020

Los gobiernos del Chapo
Excélsior
Dip. Federico Döring Casar

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  • Lo ocurrido sólo pudo ser posible bajo el cobijo y complacencia de las autoridades penitenciarias, no sólo por los custodios que los vigilaban.

Cuando tres reos, en espera de ser extraditados a Estados Unidos, escapan a plena luz del día de un centro penitenciario de la Ciudad de México, vistiendo los uniformes de custodios y en una camioneta de la institución del reclusorio sur, no existe otra explicación más que corrupción.

Pero esa justificación no basta. La articulación y coordinación para lograr tan preparada fuga, sin obstáculos en su camino, no pudo ser orquestada únicamente por los 13 custodios a los cuales hoy se les imputa y en contra de quienes va la Fiscalía General de Justicia local.

Lo ocurrido sólo pudo ser posible bajo el cobijo y complacencia de las autoridades penitenciarias, no sólo por los custodios que los vigilaban.

Duro golpe para el secretario de Seguridad Ciudadana del gobierno de la Ciudad, Omar García Harfuch, quien fue uno de los responsables de detener, por allá del 2016, a Víctor Manuel Félix Beltrán, operador financiero de El Chapo cuando era titular de la Agencia de Investigación Criminal (AIC), durante la presidencia de Enrique Peña. Pero hoy, como parte del gabinete local de Morena, el criminal se fugó. La clásica y prematura respuesta de las autoridades es poner a disposición las renuncias de funcionarios reemplazables. Pero no basta con las dimisiones de Tonatiuh Zamora, director del Reclusorio Preventivo Varonil Sur, y de Óscar Labastida, jefe de seguridad.

Tenga por seguro, apreciable lector, que, si en eso queda, no habrá más y clara certeza de la complicidad y corrupción del gobierno de Morena, quien lo habría tolerado porque el nivel de “mordida” que se van a llevar por parte de El Chapo les garantiza una Afore de por vida para su retiro.

La única forma en la que el gobierno puede demostrar que no está implicado hasta el cuello, es meter a la cárcel a todos los funcionarios en la cadena de comando, desde los custodios hasta el titular de los reclusorios de la ciudad, porque, al estar indiciados en un proceso penal, seguro que comenzarán a hablar.

Una fuga de reclusos sin cárcel para los funcionarios es igual a impunidad, de eso no queda duda. Pero, como hoy vivimos en los gobiernos de El Chapo, es poco probable que veamos que la justicia llegue a los reales cómplices que, todo apunta, podrían ser de muy alto nivel, porque la fuga sólo es una raya más. ¿O cómo explicarán ahora la reciente boda en la catedral de Culiacán, en la cual la policía hasta le acordonó la zona a la novia, una de las hijas de El Chapo?

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